¡Hola Olaia, hija mía, vida mía!
Este año sólo puedo decir que lo mejor que me ha pasado ha sido poder conocerte, ver tu carita redonda, tus ojos azules bajo tus párpados, tocar esas manitas tan pequeñitas.
Tu nombre, el más bonito que existe en el mundo, ronda en nuestras cabezas desde hace 7 años. Si, 7 años… tu hermanito se hubiera llamado Olaia si hubiera sido niña, pero como esto no pasó, decidimos guardar tu nombre para cuando llegarás. ¡Era un nombre exclusivamente para ti!
Después del nacimiento de tu hermano y tras dos duros abortos, llegó el 13 de octubre del 2020 con unas palabras en un test que indicaban embarazada 1-2 semanas. Como las veces anteriores marcaban lo mismo, decidí no hacerme demasiadas ilusiones. Pero llegó aquel momento de la primera ecografía en la semana 8… ¡Qué nervios!… seguro que no se ve nada, seguro no tiene latido, seguro no va bien. Escuché mi nombre y tras redactarme todo el historial que yo ya me sabía, me tocó tumbarme en la camilla… mi corazón iba a estallar, pero, al final, ¡¡estalló de alegría!! Ahí estabas tú, Olaia, latiendo con una fuerza que hiciste el sueño de volver a convertirme en mamá en realidad.
De repente me comenzaron esos miedos, que muchos se volvieron realidad. El sangrado de la semana 14, el no ver bien tu corazón en la semana 20, tu postura de pie que me dejaba machacada cada día, tu prisa por salir en la semana 28, el 31 de marzo, (a día de hoy pienso, ojalá hubieras nacido ese día, quizá estarías conmigo, quizás no, nunca lo sabremos). Lo único que sé es que te esperábamos con muchísima ilusión, especialmente tu hermano que a marchas forzadas aprendió a leer para ser tu cuentacuentos de las noches, que soñaba con bajarte al parque para que Alain, Josu, Luken, Noa, Aitana, Izei, Jon y Leire te conocieran y ¡sentirse que era el mejor hermano del mundo!
Después de la última ecografía el 20 de mayo, ya estábamos ansiosos por conocerte. Lo que no esperábamos era esa noticia tan impactante en nuestras vidas un día después. NO TIENE LATIDO.
A día de hoy no recuerdo demasiadas cosas de aquel día. Sé que pedí ayuda psicológica, pero me la negaron. En todo el hospital solo existe un profesional, pero los fines de semana no trabajaba así que nada, no me tocaba. Me tuvieron 5 horas de espera porque mi vida corría peligro.
Ahora que sé ciertos resultados de una analítica, me he enterado que podía haber perdido mi vida en cualquiera de mis embarazos, pues esto me deja más en shock que aquel día, porque realmente no pensaba en mí, solo en ti, en Mikel, en las ilusiones que teníamos para y por ti, en que no podría vivir esas primeras veces que tenía pensadas contigo, en la ilusión de ver videos en YouTube y aprender a peinarte , en vestirte como las princesas, en todos los abrazos y besos que tenía guardados para ti… solo se quedaron en silencio los planes de nuestras vidas, en posibles recuerdos, en posibles historias a tu lado sin cumplir, en sentir tu ausencia que hace daño y estruja el corazón tan fuerte que duele, duele muchísimo, me ahoga, me tiembla todo y parece que se me rompe cada hueso de mi cuerpo.
Salir del hospital con los brazos vacíos es lo peor que me ha pasado, tenía unos brazos cargados de amor, un cuerpo preparado para maternar, una subida de leche que sólo me hacía pensar en lo gordi que te me ibas a poner, peponcita como Mikel.
He pasado por muchas etapas de mi vida. Supongo que es lo que conlleva este duelo. El peor de todo ha sido después de mi primer cumpleaños sin ti… me hundió, de tal manera que no sabía por qué seguía viva… hasta que un día toque fondo…escribí una carta y decidí viajar contigo… pero al volverme tan tan loca me encontraron buscando esas pastillas que me acercarían a ti. Pocos días después lo volví a intentar, era mi oportunidad, estaba sola, me senté en la ventana, pero al final me eche a temblar, me senté en la silla de lactancia que iba a compartir contigo y me puse a pensar qué estaba haciendo, qué se me estaba pasando por la cabeza. Pensé en Mikel, que me necesita, pensé en ti y pensé en que seguro estabas triste de verme así.
Decidí que tenía que cambiar en ciertos aspectos de mi vida, y lo estoy consiguiendo. Lo hago por los dos amores de mi vida, por ti Olaia, y por tu hermano Mikel. Unos días estaré más triste, no te enfades, te echo muchísimo de menos; otros días estaré más tranquila, pero lo único que puedo decirte es GRACIAS POR ELEGIRME COMO TU AMATXU, porque durante muchos meses me hiciste muy muy feliz.
Saioa